Buscar este blog

miércoles, 21 de septiembre de 2011

LOS CANDIDATOS TIENEN QUE COMUNICARSE

Los candidatos tienen que comunicarse en diferentes niveles: interpersonal en sus presentaciones personales en reuniones y mítines; masivo en sus presentaciones por los medios de comunicación de masas, como la radio; intermedio, si se utiliza el teléfono, por ejemplo, para hacer campaña directa; y organizacional, para manejar al equipo de campaña.

Asimismo, tienen que entablar comunicación efectiva con públicos traslapados y heterogéneos, principalmente con:

l. Sus asesores, técnicos y profesionales para tomar decisiones informadas acerca del desarrollo de la campaña.
2. Sus partidarios y colaboradores cercanos, a los que hay que coordinar y motivar en el desempeño de las tareas que tengan encomendadas dentro de la campaña.
3. Los dirigentes del partido para decidir y coordinar acciones de campaña.
4. Autoridades gubernamentales y electorales para cubrir los aspectos legales del desarrollo de la campaña y de la elección.
5. Personalidades relevantes por su capacidad para avalar su candidatura y personal voluntario necesario para la campaña.
6. Contribuyentes potenciales para que aporten recursos a la campaña.
7. Dirigentes y miembros de grupos organizados cuyo apoyo resulta de interés para el éxito de la campaña.
8. Segmentos del electorado identificados como blanco para los diversos actos de campaña.
9. Periodistas importantes que contribuyen a establecer el ambiente dentro del cual se desenvuelve la campaña.
10. Electores y público en general.
11. Proveedores de bienes y servicios necesarios para la buena marcha de la campaña.

Dentro de estas tareas de comunicación destacan tres de particular relevancia: la interacción con los medios masivos; la actividad constante del candidato para allegarse el trabajo de voluntarios y los fondos necesarios para la buena marcha de su campaña; desde luego, la labor de persuasión de electores, fin último de la campaña.

En el primer caso, la tarea es generar cobertura noticiosa de los medios masivos, sin cuyo auxilio no podría alcanzarse a grandes electorados, ya que la mayoría de los electores acuden a estos medios de comunicación para obtener información sobre las actividades políticas, entre ellas, la campaña; además, en las campañas mayores, los medios no sólo son la principal intermediación entre los candidatos y los electores, sino también entre el candidato y su equipo.

Asimismo, en todas las campañas la cobertura favorable de los medios es indicador de que se va por el camino adecuado y constituye motivo de satisfacción para quienes realizan aportaciones o colaboran en la campaña.  La relación de los candidatos con los representantes de los medios es vital y llega a ser simbiótica: ellos necesitan la visibilidad que sólo los medios pueden darles, y éstos requieren de la información que sólo el acceso a los candidatos puede procurarles.

Por otra parte, los candidatos son los principales recolectores de fondos, ya que existen muy pocos donadores que no deseen ser convencidos y recibir personalmente el agradecimiento del candidato al que hacen aportaciones, plantearle directamente los problemas y soluciones que les importan, o sólo participar con ellos de la imagen pública de la campaña. 

En las campañas financiadas con aportaciones privadas en gran proporción, los candidatos llegan a dedicar la mitad de su tiempo de campaña a la colecta de fondos.

La capacidad para pedir y recolectar fondos es con frecuencia considerada la expresión más concreta del éxito de una campaña, pues si un candidato puede hacer que los electores le den dinero, su voto está asegurado porque no dejará que esta inversión se pierda. Por eso, en campañas con importante proporción de financiamiento privado, parece existir una correlación importante entre la colecta de fondos y la votación alcanzada.  En todo caso, el fracaso de la colecta de dinero es un serio obstáculo para cualquier campaña, pues constituye una limitación insuperable para su desarrollo adecuado.

Finalmente, de manera especial, los candidatos deben dedicar la mayor parte del tiempo de la campaña a realizar una tarea de persuasión intensa en grupos de electores diferentes, principalmente:

1. Con los que ya lo apoyan, para reforzar su compromiso de votar a su favor.
2. Con quienes están de acuerdo con la candidatura, pero no lo conocen; les da a conocer su nombre y su mensaje.
3. Con los indecisos.
4. Con los independientes.
5. Con los abstencionistas, para que voten a su favor, por lo menos en la presente elección.
6. Con los ciudadanos no registrados que le manifiesten su apoyo, para que se registren y voten.
7. Con los partidarios de la oposición que están a disgusto con las propuestas o los candidatos de su propio partido, para que cambien su voto aunque sólo sea durante la elección en curso.

Debido a la magnitud del electorado y de los grupos de electores considerados blanco, así como a la brevedad del periodo de campaña, es frecuente que los candidatos sólo puedan participar en algunas actividades de la misma.  Es por eso que entre las decisiones más importantes de toda campaña están las que se refieren a en qué y cómo se utilizará el tiempo siempre limitado del candidato.

En la mayoría de los casos, un candidato es el medio más efectivo para contactar votantes, contribuyentes y voluntarios; también su presencia es indispensable en los medios masivos y en la producción de propaganda; sin embargo, siempre tendrá que delegar, inclusive sus propias presentaciones.  Para ampliar la presencia del candidato, las campañas hacen uso de sucedáneos como la esposa u otro familiar, de personalidades que avalan su candidatura o de representantes distinguidos que tratan de conservar la idea de acercamiento personal entre candidato y electores.

Fuentes:
Instituto Nacional de Estudios Políticos (2006) La Campaña. (Documento en línea) disponible en: http://manual.inep.org/I/I-I.html (Consulta; 2011 septiembre 21)
Sánchez, J. (2011) Había una vez un Candidatos. (documento en línea) disponible en: http://sanchezgalicia.blogspot.com/2011/08/habia-una-vez-un-candidato.html#comment-form (Consulta; 2011, septiembre 21)


Recuerde; Apoyamos las Operaciones de Campo para el levantamiento de encuestas políticas y de opinión pública toda Venezuela
Telf.. 0412 439.25.85
Lic. José Pérez Leal

EL PAPEL DEL CANDIDATO EN LA CAMPAÑA

EL PAPEL DEL CANDIDATO EN LA CAMPAÑA

Un candidato es alguien propuesto para ocupar, vía elección, un puesto público y que, para aspirar a éste, no está descalificado por no satisfacer una o más de las condiciones necesarias de status personal o de procedimiento.

En este sentido, los candidatos son la razón de ser de las campañas y su principal canal de comunicación; básicamente, en ellos radican todas las potencialidades y todas las limitaciones de las campañas. Por eso se atribuye a Goebbels la frase: "Mi mejor arma se llama Hitler".

Por consiguiente, en las campañas pequeñas y sencillas, los candidatos son su propio y único canal de comunicación; en las mayores, los canales tienen que ampliarse y diversificarse hasta constituir una organización compleja aunque temporal.  Sin embargo, todas las campañas se construyen a la medida de sus candidatos.

Es decir, como principal canal de comunicación de la campaña, el candidato, de manera planeada o espontánea, intencional o involuntaria, es la fuente principal y permanente de mensajes, imágenes y señales expresados en diversos lenguajes: oral, visual, corporal, icónico, etcétera.; aunque puedan establecerse filtros para hacer una exposición selectiva de los aspectos positivos y soslayar los negativos.

En este orden de ideas, cada sociedad comparte creencias acerca de las cualidades personales que los candidatos deben poseer y que se manifiestan en las preferencias electorales. Por ejemplo, respecto al liderazgo: competencia, experiencia, confianza, control, prudencia, decisión y valor. Con relación a la personalidad: fortaleza, honestidad, imparcialidad, mente abierta, confiabilidad, energía y cierto atractivo físico. 

Por lo tanto, estas cualidades sirven de patrón de comparación para juzgar la aceptabilidad de los candidatos concretos; sin embargo, estos atributos no son los mismos para todos los cargos ni para toda elección; varían conforme el contexto en que tenga lugar el proceso electoral, como la guerra o la depresión.  Asimismo, las imágenes que los electores tienen de los partidos afectan para bien o para mal la percepción que los electores tienen de sus candidatos y sus propuestas

Por eso, la tarea fundamental del candidato es presentarse, en ese momento, como la persona idónea para ocupar el puesto en disputa mediante mensajes, imágenes y señales que expresen un conjunto de características atractivas para el grupo de electores más amplio posible, sin incurrir, al mismo tiempo, en contradicciones o limitaciones tales que los desmientan o los pongan en duda.

Se trata de personificar en el candidato un gobierno impersonal y de simbolizar los deseos y miedos, las aspiraciones y frustraciones de los electores, pues en política mucha gente tiende a pensar en términos de personas concretas y a creer que el estilo personal de un candidato es indicativo de su comportamiento en el puesto al que aspira.

Simultáneamente, el candidato debe esforzarse por aumentar su visibilidad y mantener su actuación dentro de los lineamientos de la campaña a efecto de asegurar su eficacia.

En consecuencia, las campañas se diseñaban fundamentalmente con criterios geográficos y simbólicos; no era excepcional la visita de los candidatos a poblados relevantes por su pasado histórico o muy apartados porque, aunque fuera mínimo su rendimiento electoral, expresaban el ejemplo a seguir o el propósito de atender a los más marginados.

Así, las estrategias implícitas eran la comunicación interpersonal de mensajes patrióticos abstractos, de redención, de unidad y de bienestar popular, con los cuales difícilmente se podría estar en desacuerdo. 

Desde esta perspectiva, se percibía al electorado diferenciado en campesinos, obreros y clases medias-, asimismo se daba cierta consideración especial a la juventud y a la mujer.

La gente acudía a los candidatos con la esperanza de resolver problemas particulares y recibía con entusiasmo sus ofrecimientos. Ocasionalmente los cuestionaba, pero sólo para cerciorarse de "que ahora sí" las promesas se cumplirían.  El tono festivo y optimista de los actos de campaña daba gran atractivo a la presencia de los candidatos, pues la gente recibía promesas, diversión y propaganda utilitaria, además de que podía participar en espectáculos musicales, rifas, ferias, verbenas y hasta carreras parejeras, según la región, los recursos disponibles y la imaginación de los organizadores.

Sin embargo, con la globalización, en la medida en que el contexto internacional y el país cambiaron por la crisis económica, el surgimiento del “neoliberalismo”, la terminación de la "guerra fría”, la “ola democratizadora mundial" y la implantación de políticas de ajuste económico, de privatización y de hegemonía del mercado, cambiaron también las condiciones que aseguraban de antemano el triunfo del partido dominante.  Como resultado, el partido en el poder empezó a ver menguada su votación y a incrementarse la fuerza de los partidos de oposición que, por primera vez, ganaron gubernaturas.  Así, a lo largo de su historia el partido en el poder pasó de cuasi único a hegemónico, de hegemónico a dominante y, en los últimos años, de dominante a mayoritario.

Hoy, en una sociedad urbana más diferenciada, educada e informada, sujeta a una politización forzada por los acontecimientos de los últimos años, las campañas han adquirido particular importancia frente a un electorado "volátil", que hace más contingente el resultado de las elecciones. 

En consecuencia, la reciente reforma de la legislación electoral del país, que parece propiciar más objetividad y equidad en las contiendas electorales, ha hecho que los márgenes de las victorias sean más reducidos y que la diferencia entre el triunfo y la derrota electoral sean los buenos candidatos, las buenas plataformas políticas y las buenas campañas, más que la militancia, la fidelidad y la simpatía por los partidos políticos.

Es por ellos que, para apoyar esta tarea, las campañas se esfuerzan por determinar cuáles atributos consideran los votantes ideales para el puesto buscado; por tratar de demostrar que su candidato posee estas cualidades, así como por lograr la más amplia y frecuente exposición pública del candidato, bajo el supuesto de que entre más gente preste atención a su mensaje, mayores serán sus oportunidades de ganar. Excepto si las bajas cualidades y habilidades del candidato hacen contraproducente esta exposición y conviene restringir sus apariciones personales y usar canales distintos.

Esta exposición no es lograda fácilmente; cada llamado de un candidato compite por la atención del elector con los mensajes de sus opositores y con los anuncios publicitarios y de toda índole que saturan el ambiente en que se desarrollan las campañas. Se estiman en miles los estímulos que diariamente recibe un adulto urbano en las sociedades industriales.

Aunque los electores poseen ideas preconcebidas acerca de cuáles deben ser las características y conductas personales de los candidatos, pocos de éstos poseen cualidades políticas, administrativas, sociales y morales que igualen las expectativas ideales de los electores. 

Por lo tanto, a falta de un candidato parecido o cercano al ideal, los electores se conforman con algunas características que lo aproximan a este ideal, las cuales integran dentro de una concepción nueva o reforzada; o bien, pueden percibir a un candidato como el menor de los males durante una campaña.  Así, las presentaciones que las campañas hacen de sus candidatos se conjugan y acomodar, con las evaluaciones que se formulan los electores para sí mismos acerca de las acciones de estos candidatos.

De ahí que los resultados electorales dependan de la calidad de los candidatos en pugna y de las diferencias patentes entre los mismos; si todos son anodinos o hay sólo uno destacado, disminuye el interés en las campañas y en la elección, de modo que algunos candidatos llegan a ganar no por sus virtudes o campañas, sino simplemente porque carecieron de opositores reales.

Así como se requiere de dos buenos boxeadores para una buena pelea, en las campañas es necesaria una condición similar.

Otra tarea fundamental de los candidatos es mantener o lograr la unidad de sus partidos.  Si la lucha por la candidatura provocó escisiones entre los militantes, la unidad debe ser restaurada; si las divisiones han existido, la unidad debe ser conseguida antes de la elección.  En ambos casos la unidad partidista debe ser un objetivo de la propia campaña.  Toda elección se gana a partir de una base de apoyo constituida por amigos, compañeros y conocidos en las campañas pequeñas, y por partidarios en las grandes.  Un partido dividido espera demasiado de una campaña para obtener la victoria y abre muchas puertas a la derrota.

Fuentes:
Instituto Nacional de Estudios Políticos (2006) La Campaña. (Documento en línea) disponible en: http://manual.inep.org/I/I-I.html (Consulta; 2011 septiembre 21)
Sánchez, J. (2011) Había una vez un Candidatos. (documento en línea) disponible en: http://sanchezgalicia.blogspot.com/2011/08/habia-una-vez-un-candidato.html#comment-form (Consulta; 2011, septiembre 21)

martes, 6 de septiembre de 2011

TIPOS DE CAMPAÑA POLÍTICA

TIPOS DE CAMPAÑA POLÍTICA

En general, las campañas varían conforme a la dimensión del electorado involucrado, la cual determina la magnitud del esfuerzo a realizar y por lo tanto, los recursos a emplear y la amplitud de la organización requerida para la campaña.

Asimismo, difieren según el puesto en disputa: ejecutivo o legislativo. Los puestos ejecutivos atraen más la atención de la gente por las promesas de los candidatos y los beneficios directos que puede obtener si honran su palabra; a su vez, los mensajes de campaña se pueden referir a acciones concretas y por lo tanto, pueden ser más entendibles por la gente común. En el caso del puesto legislativo, los candidatos sólo pueden ofrecer sus votos parlamentarios en determinado sentido sin garantizar que se conviertan en ley, o bien prometer gestiones ante los gobiernos sin poder asegurar que tendrán éxito; por eso, al electorado le resultan estas campañas menos atractivas y con frecuencia la tarea legislativa es poco entendida y valorada.

También las campañas pueden ser locales y municipales. Ambas se diferencian por la legislación que las reglamenta; porque, en general, las locales manejan menos dinero, pero pueden enfocarse mejor en las cuestiones más sentidas por la gente, utilizar más tácticas de contacto personal con el votante y basarse más en el trabajo de voluntarios. Dada la dimensión del electorado, las elecciones locales se pueden ganar o perder por sólo unos cuantos votos. Señala Gray: “cuando hablamos de una elección local nos referimos a una campaña en donde usted, como persona, pide el voto y la gente se lo da porque lo conoce a usted y lo que usted representa. Estamos hablando de democracia en su más pura forma”.

Cuando las elecciones locales y municipales son concurrentes, los candidatos locales tienen que mantener su campaña acorde con la nacional de su partido y al mismo tiempo, hacer que no pierda su carácter local; también, deben aprovechar la popularidad de los candidatos municipales de su partido y deslindarse de los impopulares; y asimismo, mostrar creatividad para que su campaña no se pierda en la inmensidad de la propaganda nacional.

Desde el punto de vista de su propósito las campañas electorales pueden ser primarias, internas o precampañas, si tienen por objeto seleccionar al candidato que un partido presentará en las elecciones; y generales o simplemente electorales, cuando su propósito es conseguir votos para que alguno de los candidatos de los distintos partidos políticos ocupe un cargo de elección popular.

La precampaña se desarrolla dentro del proceso de selección interna de candidatos, por lo que sus características dependen de cómo se realice este proceso:

a. Si la elección de candidatos es abierta, esto es, pueden votar todos los electores que lo deseen, sean o no miembros del partido, la precampaña tiene que dirigirse a todo el electorado, lo cual la hace tan compleja, extensa y costosa como una campaña general. Las precampañas abiertas tienen la ventaja de que constituyen un avance hacia la victoria, en la medida que comienzan la persuasión a favor de un partido y de un candidato desde antes de que se inicie la campaña, sus desventajas son sus altos costos, el hecho de que la decisión se comparte con personas ajenas a los afiliados y la posibilidad de que el electorado considere cumplido su deber ciudadano sólo con su voto en las primarias y se abstenga de votar en las elecciones generales.

b. Si la elección es cerrada, es decir, sólo votan quienes pertenecen al partido o sus delegados, la precampaña se enfoca más en ellos; en este caso, se realiza al interior del partido y su extensión y complejidad corresponden a su padrón de afiliados.

En ambos casos la precampaña se enfoca en un rango menor del electorado: los militantes o los identificados con el partido, lo que hace posible que los precandidatos pueden intentar más contacto personal con ellos. Sin embargo, los precandidatos con poco apoyo partidista, pero simpatía notable en sectores importantes del electorado, suelen dirigir sus precampañas “cerradas” hacia todo el electorado, con el fin de forzar a los miembros de su partido a que voten por ellos dada esta popularidad que podría garantizar la victoria, frente a precandidatos con muchas simpatías partidistas pero con poco apoyo entre el electorado general.

Las precampañas tienen los mismos rasgos que las campañas, y su planeación y manejo pueden seguir lineamientos similares, pero generalmente son más breves, se inician con el anuncio de la postulación como precandidato, continúan con el registro de la precandidatura y el proselitismo, y también pueden culminar con un cierre.


Diferencias Principales entre Precampañas y Campañas

Las diferencias principales entre precampañas y campañas radican sobre todo, en que su mensaje debe ser atractivo para quienes apoyan al partido, sin enajenarse al resto del electorado; que tienen que diferenciar y contrastar precandidatos, pese a ser similares por cuanto pertenecen al mismo partido; y que todos sus actos deben considerar la posibilidad de conciliación entre los precandidatos en competencia, una vez decidido quien representará al partido en la elección general. Se trata de una guerra fratricida, en la cual los adversarios tienen que reconciliarse; esto determina que la competencia deba realizarse en las mayores condiciones de limpieza, equidad y respeto mutuo, y que el uso de acciones negativas tenga que limitarse para no causar daños irreparables al opositor y al propio partido. Por eso, la mayoría de las precampañas no deben ser reñidas.

Los principales riesgos de las precampañas son:

a. Que su mensaje si bien sea muy atractivo para los miembros del partido del precandidato, provoque el rechazo de los grupos del electorado cuyo voto será necesario para ganar la elección general. Al contrario, óptimamente, se trata de comenzar la persuasión de los no afiliados, a quienes una vez ganadas las primarias habrá que recurrir en busca de sus votos.

b. Que los contendientes se digan tales cosas entre sí por los medios de comunicación masiva, que sea cual sea quien resulte triunfador, difícilmente pueda controlarse y repararse el  daño infringido por sus oponentes, de modo que el triunfador llegue muy debilitado a la campaña general y por lo tanto, con grandes probabilidades de derrota.

Conviene tener presente que toda campaña interna, refleja sus contenidos en toda la sociedad, sean o no afiliados del partido que está en precampaña: cada gesto, cada palabra, cada pieza publicitaria, va a ser evaluada por afiliados, por adversarios y por independientes. Los ataques y contraataques que se lanzan los precandidatos entre sí, frecuentemente dotan de municiones a la oposición.

c. Que los electores voten por un partido opuesto al que pertenecen. Esto es posible cuando la primaria es abierta y no se requiere ser miembro del partido, o cuando el elector cambia su registro partidista con anticipación suficiente para poder votar en las primarias cerradas en las que sólo votan los miembros. Esto se observa cuando el elector encuentra las primarias de otros partidos más interesantes que las propias o cuando el votante desea apoyar verdaderamente a un candidato de un partido distinto al que pertenece. Esta práctica es antidemocrática cuando tiene el propósito de tratar que gane el candidato más débil  del partido opositor.

d. Que agoten a los precandidatos y a sus equipos, dejándolos psicológica y emocionalmente exhaustos justo antes de la batalla más importante.

e. Que la lucha preelectoral desgarre al partido y lo divida en facciones, y que una vez efectuada la elección primaria, los perdedores no se sumen al vencedor o no colaboren con la campaña que tendrá que emprenderse y hasta la saboteen; o que en el peor de los casos, los grupos perdedores deserten del partido e incluso lleguen a incorporarse a las filas enemigas, en un momento en que se requiere toda la fuerza y unidad del partido.

Las reglas y procedimientos a que se sujeten las precampañas pueden aumentar estos riesgos si permiten que se realicen en periodos prolongados, en varias etapas, o a dos o más vueltas.

Para los campañistas las precampañas son una oportunidad de probar sus fuerzas y debilidades, así como de afinar sus estrategias; a los electores les permiten involucrarse directamente en el proceso democrático, obtener un conocimiento inicial de quienes serán candidatos, arrancarles las primeras promesas, y estimar cuál de ellos podría constituir una candidatura victoriosa.

Si te gusto el artículo coméntalo y compártelo, siempre respetando su fuente: www.hipergeometrica.blogspot.com

Contactos por el correo p.hipergeometrica@gmail.com
Celular: 0412 439.25.85

LA GRATITUD POLÍTICA MUEVE MONTAÑAS

Hay una situación a la que tarde o temprano te enfrentas en política, una situación clásica, casi un modelo.

El adversario político lleva años gobernando. El candidato o el partido, no importa. Pero hay años de gobierno detrás de él.

Esto tiene ventajas y desventajas, claro.

Pero hay un aspecto crucial: la gratitud del votante.
No me refiero a si tu adversario ha gobernado bien o mal. Me refiero a lo que ocurre en el cerebro de los votantes. Porque muchas veces ocurre que sienten agradecimiento o gratitud por lo realizado.

Por las obras concretadas (más allá de su cantidad y de su calidad).
Por los servicios brindados.
Hasta por las ilusiones ofrecidas...
Y a veces por los beneficios personales logrados.
Entonces muchos de esos votantes agradecidos deciden votar a ese
candidato por el que sienten gratitud.
A veces lo racionalizan y lo explican. Pero otras veces lo hacen simplemente, como si se activara un click automático. Gratitud. ¡Click! Voto.

La gratitud mueve montañas.
Esto es así porque el cerebro humano percibe que alguien le da algo valioso e inmediatamente se siente en deuda con aquella persona que se lo dio. Y entonces busca la manera de retribuirle el gesto.

Aún cuando lo que brinda puede llegar a ser mucho más valioso aún que lo recibido.

Entonces: tu adversario es el candidato del gobierno.
Mucha gente seguramente siente que ha recibido mucho de ese gobierno y por lo tanto su cerebro hace un click casi automático y se ubica en posición de deudor, sintiéndose obligado a darle algo a esos políticos, quizás darle lo que más valoran: el voto.

El problema es cómo hace tu candidato para irrumpir con fuerza en este escenario.
Algunas ideas:
1. Un detalle importante sería que la gente percibiera que a él también se le debe algo. No algo hecho desde un cargo político, sino de pronto desde la sociedad. Insistir en lo que le ha brindado a su sociedad a lo largo de los años. Como profesional, como docente, como empresario, como trabajador, como dirigente social o
deportivo o cultural o lo que sea. Pero encontrar ese algo que el candidato le ha brindado a la gente y comenzar a resaltarlo.

2. Puede ser una buena idea utilizar testimonios de personas conocidas que, en mensajes de radio o televisión, explican lo que el candidato le ha brindado a la gente.

3. Otro paso podría ser "brindarle" al electorado nuevas ideas, proyectos, iniciativas y ofrecerle renovación política para hacerlas realidad. Hay que hacer hincapié en unos pocos problemas que sean realmente sentidos por todos y que estén sin solución desde hace años. Y explicar en detalle cómo se los va a solucionar.

4. En la recta final de la campaña yo insistiría en algo que la gente ya le dio al otro y que ahora tu candidato pide para él: una oportunidad. Si otros gobernaron y algunos problemas siguen estando allí a la vista de todos, pues hay que pedir una oportunidad para tu candidato. Simplemente una oportunidad.

5. Por otra parte la campaña debería tener un elemento central: identificarse con el ciudadano agradecido por lo bueno realizado pero marcar que hay cosas fundamentales que tu candidato hará mucho
mejor.

Este último punto es especialmente importante desde el punto de vista psicológico porque ofrece al elector un modelo de respuesta, un modelo que no paga la gratitud con votos sino simplemente con agradecimiento.

De esta manera le estás diciendo al votante agradecido hacia el gobierno que hay otras formas de expresar ese agradecimiento. Y que además de la gratitud hay otras consideraciones que hacer a la hora de elegir gobernante.

Fuente: Daniel Eskibel http://www.psicociudad.com/