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martes, 18 de octubre de 2011

EL MENSAJE DE LA CAMPAÑA Y LAS TELENOVELAS

EL SEÑOR PRESIDENTE NO ES UNA MUJER DESNUDA NADANDO BAJO EL AGUA

Uruguay, año 1994. Es de noche, justo en el momento más alto del rating televisivo. Comienza la música. Desde los primeros acordes el espectador la reconoce. Es la música característica de su telenovela preferida y se extiende generosamente en la apertura de la misma para luego repetirse en el cierre. La música y la letra repiquetean fácilmente en el cerebro del televidente. Algunos la tararean casi sin darse cuenta mientras ven distraídamente las imágenes de la presentación de la telenovela.

Uruguay, año 1994. La misma noche, pero 15 minutos después. Comienza la publicidad. El país está en campaña presidencial y arrecia la publicidad política. De pronto suenan los mismos acordes de presentación y cierre de la telenovela. Es la misma música, aunque con un texto distinto. Es la publicidad electoral de un candidato a la Presidencia.


Breve apunte sobre el funcionamiento psíquico

La vida psíquica del ser humano está compuesta por diversos elementos: recuerdos, fantasías, ideas, imágenes visuales, representaciones auditivas...La estructura es compleja porque cada elemento específico se asocia con otros elementos formando cadenas asociativas.

La asociación de un elemento psíquico con otro no es el resultado de una operación racional ni de una clasificación bien pensada y plenamente conciente. En realidad lo que liga a un elemento con otro es el resultado de los procesos inconcientes de semejanza y contiguidad.

O sea que forman una misma cadena asociativa los elementos psíquicos que son inconcientemente percibidos por el cerebro como parecidos o que simplemente son percibidos uno al lado del otro o uno después del otro.

Un elemento se parece a otro aunque sea en un detalle lateral...y el cerebro hace un click y los asocia. Un elemento aparece a continuación del otro...y el cerebro también hace un click y los asocia.

Las cadenas asociativas mentales forman redes, y cada elemento psíquico puede formar parte de varias cadenas y también de varias redes mentales.

A ésto debemos agregarle un aspecto clave: los afectos. Porque los elementos psíquicos también pueden provocar respuestas afectivas. Entonces el cerebro no solo asocia sino que además siente, le da una tonalidad afectiva a sus elementos. Puede ser deseo, curiosidad, temor, verguenza, asco, rabia, placer, excitación, desprecio, alegría o lo que sea en cada caso. Pero siente. Y el afecto que siente se desplaza y puede pasar de un elemento al otro e ir recorriendo las cadenas y las redes.

La telenovela del señor Presidente

¿Qué logra la aludida campaña presidencial uruguaya de 1994 al utilizar la misma música que la telenovela más vista de aquel momento?

Logra notoriedad, por supuesto. Y alta recordación, claro. Y hasta el tarareo involuntario de su melodía, logrando que suene en bocas y cerebros tanto de simpatizantes como de adversarios y también de indiferentes.

Pero además logra otra cosa, más inconciente y más profundamente arraigada en el cerebro del votante: se cuela entre sus cadenas asociativas. Se mete dentro mismo de las redes mentales del votante. Y el nombre del candidato a Presidente se "contamina" de otros contenidos psíquicos y de otros afectos, los vinculados a la telenovela en cuya red mental se inocula.

Cuando el votante escucha la música del candidato, su cerebro asocia de inmediato con la telenovela y todo lo que ella dispara en su mente. Y cuando escucha la música de la telenovela su cerebro la asocia de inmediato con el candidato. Es así que el político y la obra televisiva quedan integrados en una misma red psíquica. En el cerebro del votante queda una huella, una conexión, un patrón que une fenómenos diversos.

Una mujer desnuda nadando en la campaña electoral

La telenovela a la que me refiero es la brasileña "Mujeres de arena".

Su música de presentación y cierre es el tema "Sexy Iemanjá", de Pepeu Gomes. En sintonía con lo sexy de su título, toda la canción es una alusión constante a la seducción y a lo sexual. "Entre nós só sexo e Deus", dice de modo inequívoco en su momento culminante.

Y mientras suena la música, la imagen que domina la presentación de "Mujeres de arena" es la de una mujer desnuda nadando bajo el agua.

El candidato presidencial queda entonces asociado a una red mental altamente erotizada y sexualizada. Una red cuyos contenidos varían en función de cada individuo pero que seguramente es rica en recuerdos, fantasías y afectos ligados a la sexualidad. Más específicamente: a una sexualidad trabajada desde lo sensual, lo cálido, lo seductor, lo íntimo.

No es una red de asociaciones vinculadas al sexo duro ni a la pornografía ni a la violencia ni a lo grotesco ni a lo gratuitamente sobreexpuesto, sino más bien al sexo integrado a la calidez del vínculo humano y a sus connotaciones afectivas.

El votante no piensa en la mujer desnuda ni en las alusiones sexuales mientras ve y escucha la publicidad electoral de ese candidato. Eso sería una burda caricatura. Lo que le ocurre es que siente. ¿Qué siente? Calidez, afecto, proximidad, intimidad con el candidato.

Eso que siente tal vez no determina por sí solo su voto, claro está. Pero ayuda. Fortalece simpatías. Neutraliza antipatías. Y comienza a mover a los indiferentes.

El señor Presidente

Uruguay, año 1994. Julio María Sanguinetti, del Partido Colorado, es electo Presidente de la República. Su triunfo es especial porque lo convierte en el único uruguayo en toda la historia que ha ganado 2 elecciones presidenciales directas (ya había triunfado 10 años antes).

El logro es importante, también, porque derrota al entonces gobernante Partido Nacional que contaba con favorables indicadores económicos para exhibir.

La noche de la victoria sonó más que nunca aquella música pegadiza que la campaña de Sanguinetti había elegido como su santo y seña. La música de la canción "Sexy Iemanjá", de Pepeu Gomes. Casualmente la misma que abría y cerraba "Mujeres de arena", la telenovela más vista por los uruguayos.

Ya sabes: una música cálida, próxima, alegre, casi íntima, placentera, sexy, seductora, vital, pegada al cuerpo, sensual...
 
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sábado, 15 de octubre de 2011

EL VOTANTE IRRACIONAL

El Votante Irracional

Los resultados de las elecciones provocan un fenómeno singular: una parte de los votantes sencillamente no puede explicarse las razones que llevan a muchos otros a elegir a tal o cual candidato que está en las antípodas de sus preferencias. "Pero ¡¿cómo puede ser que tanta gente haya votado por X y no por Z?!", exclaman, estupefactos.
Seguramente, lo que nos saca de quicio es que creemos que cuando estamos en el cuarto oscuro tomamos una decisión racional, pero, tal como explicó Facundo Manes en su último programa sobre "Los misterios del cerebro" (sábados a las 21, por C5N), y sugieren cada vez más estudios neurocientíficos -y campañas publicitarias plagadas de golpes bajos dirigidos a nuestros más íntimos resortes emocionales-, la decisión del votante es peligrosamente parecida a una conducta irracional o inconsciente: se basa en datos como la cara o la apariencia del candidato, siente una gran resistencia al cambio (aunque se le presenten argumentos convincentes), realiza inferencias similares a las que utilizan los chicos, y en algunos casos hasta ¡valora la ignorancia como una virtud! ("Es como yo...")
Manes explicó, por ejemplo, que uno de los trabajos que detectaron pistas sobre esta sorprendente realidad es el que descubrió que en los Estados Unidos, aunque la mayoría dice coincidir "intelectualmente" con los demócratas, fueron los republicanos los que ganaron mayor cantidad de elecciones.
Durante el programa, el científico búlgaro Alexander Todorov, del Laboratorio de Cognición Social y Neurociencias de la Universidad de Princeton, subrayó que el cerebro necesita apenas unos milisegundos para extraer una constelación de datos importantes de una cara y que esa primera impresión deja una huella perdurable que influye en nuestras decisiones. También explicó que se pueden percibir las ideas de un candidato en forma inconsciente.
Un estudio publicado en Science en 2009, firmado por John Antoniakis y Olaf Dalgas, de la Universidad de Lausanne, en Suiza, mostró no sólo que chicos de entre cinco y 13 años podían predecir qué candidatos tenían más posibilidades de ganar una elección mirando fotos de sus caras, sino también que coincidían con sujetos adultos. Este hallazgo sugeriría que los juicios que nos formamos acerca de una persona a partir de sus expresiones se desarrollan muy temprano en la vida y se mantienen sorprendentemente estables hasta la adultez. (Al parecer, los rostros enojados resultan poco confiables...)
Pero seguro que los trabajos que acaba de dar a conocer la revista New Scientist son los que arrojan la conclusión más inesperada: indican que ser [un poco] ignorantes puede resultar una ventaja y hasta hacernos más felices... y más exitosos. Este efecto se verificaría en actividades como el comercio (cuando el vendedor no advierte el valor real -y las fallas- de los productos) o la educación (porque permite mayor empatía con el alumno). "[A veces] una mente erudita es una maldición", escribe Richard Fisher.
A la luz de estos estudios, ya no sería políticamente incorrecto ese chiste en el que una persona grita: "Gobernador, gobernador, toda la gente que piensa lo apoya", y éste contesta: "No es suficiente, necesitamos a la mayoría".

http://diario7-archivos.blogspot.com/2011/08/el-votante-irracional.html

 
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martes, 4 de octubre de 2011

LA LLAVE MAESTRA DE LAS ALIANZAS POLÍTICAS

La Llave Maestra de las Alianzas

Hay un viejo proverbio africano que dice lo siguiente: 'Si quieres ir rápido, debes ir solo.
Pero si quieres ir lejos, entonces debes ir junto con otros'.

En política no se trata de velocidad, a pesar de lo que muchos creen. Se trata de ir lejos.

Algunos optan por ir rápido.
Van en solitario. Ellos y solo ellos. Ellos y su pequeño núcleo.
Ellos y los incondicionales, los que piensan igual que él. Ellos y sus pares, sus iguales, sus espejos.
Se hacen conocer rápido.
Actúan a toda velocidad.
Toman decisiones como un rayo.

Es más fácil. Es simple. Casi no hay con quien consultar. No hay esfuerzo para decidir. Todo es más práctico. Hay menos stress.
Menos problemas.

Pero así no se llega lejos.
Nunca.

Para ir lejos es necesario ir con otros.
Esto no quiere decir rodearse bien, que también hay que hacerlo pero que no es lo mismo. Ir con otros significa aliarse con otros.
Aliarse con otros.
Eso.

Un aliado es alguien cuyo pensamiento tiene puntos de contacto con el tuyo aunque no coincide en el 100 %. Por lo tanto piensa diferente. Actúa diferente. Es diferente.

Por eso construir una alianza es trabajoso, es lento, es complicado.
Requiere paciencia, aceptación del otro como otro, como diferente.
El otro como distinto, no como igual.
Requiere tiempo, trabajo, esfuerzo.
Un esfuerzo que jamás culmina porque siempre hay algo nuevo que rearmar, que reconstruir.

Construir una alianza es tejer y tejer, todos los días.
Todos.

¿Qué es más costoso? Sí.
¿Que hay cosas de tu aliado que no te gustan? También.
¿Que si los aliados son varios los problemas se multiplican? Claro que sí.

Pero es la única manera de llegar lejos, de llegar a tus metas.
El camino fácil, solitario y veloz, conduce a la nada. Como un fósforo que se enciende, brilla de modo rutilante y luego se apaga y queda solo en humo. Puro humo.

De la política de alianzas depende gran parte de los resultados electorales. De la capacidad de hacer acuerdos y alianzas depende el destino político de candidatos y partidos.

Más vale que aprendas a manejar bien la llave maestra de las alianzas.

--
Fuente: Daniel Eskibel: www.psicociudad.com
 
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miércoles, 21 de septiembre de 2011

LOS CANDIDATOS TIENEN QUE COMUNICARSE

Los candidatos tienen que comunicarse en diferentes niveles: interpersonal en sus presentaciones personales en reuniones y mítines; masivo en sus presentaciones por los medios de comunicación de masas, como la radio; intermedio, si se utiliza el teléfono, por ejemplo, para hacer campaña directa; y organizacional, para manejar al equipo de campaña.

Asimismo, tienen que entablar comunicación efectiva con públicos traslapados y heterogéneos, principalmente con:

l. Sus asesores, técnicos y profesionales para tomar decisiones informadas acerca del desarrollo de la campaña.
2. Sus partidarios y colaboradores cercanos, a los que hay que coordinar y motivar en el desempeño de las tareas que tengan encomendadas dentro de la campaña.
3. Los dirigentes del partido para decidir y coordinar acciones de campaña.
4. Autoridades gubernamentales y electorales para cubrir los aspectos legales del desarrollo de la campaña y de la elección.
5. Personalidades relevantes por su capacidad para avalar su candidatura y personal voluntario necesario para la campaña.
6. Contribuyentes potenciales para que aporten recursos a la campaña.
7. Dirigentes y miembros de grupos organizados cuyo apoyo resulta de interés para el éxito de la campaña.
8. Segmentos del electorado identificados como blanco para los diversos actos de campaña.
9. Periodistas importantes que contribuyen a establecer el ambiente dentro del cual se desenvuelve la campaña.
10. Electores y público en general.
11. Proveedores de bienes y servicios necesarios para la buena marcha de la campaña.

Dentro de estas tareas de comunicación destacan tres de particular relevancia: la interacción con los medios masivos; la actividad constante del candidato para allegarse el trabajo de voluntarios y los fondos necesarios para la buena marcha de su campaña; desde luego, la labor de persuasión de electores, fin último de la campaña.

En el primer caso, la tarea es generar cobertura noticiosa de los medios masivos, sin cuyo auxilio no podría alcanzarse a grandes electorados, ya que la mayoría de los electores acuden a estos medios de comunicación para obtener información sobre las actividades políticas, entre ellas, la campaña; además, en las campañas mayores, los medios no sólo son la principal intermediación entre los candidatos y los electores, sino también entre el candidato y su equipo.

Asimismo, en todas las campañas la cobertura favorable de los medios es indicador de que se va por el camino adecuado y constituye motivo de satisfacción para quienes realizan aportaciones o colaboran en la campaña.  La relación de los candidatos con los representantes de los medios es vital y llega a ser simbiótica: ellos necesitan la visibilidad que sólo los medios pueden darles, y éstos requieren de la información que sólo el acceso a los candidatos puede procurarles.

Por otra parte, los candidatos son los principales recolectores de fondos, ya que existen muy pocos donadores que no deseen ser convencidos y recibir personalmente el agradecimiento del candidato al que hacen aportaciones, plantearle directamente los problemas y soluciones que les importan, o sólo participar con ellos de la imagen pública de la campaña. 

En las campañas financiadas con aportaciones privadas en gran proporción, los candidatos llegan a dedicar la mitad de su tiempo de campaña a la colecta de fondos.

La capacidad para pedir y recolectar fondos es con frecuencia considerada la expresión más concreta del éxito de una campaña, pues si un candidato puede hacer que los electores le den dinero, su voto está asegurado porque no dejará que esta inversión se pierda. Por eso, en campañas con importante proporción de financiamiento privado, parece existir una correlación importante entre la colecta de fondos y la votación alcanzada.  En todo caso, el fracaso de la colecta de dinero es un serio obstáculo para cualquier campaña, pues constituye una limitación insuperable para su desarrollo adecuado.

Finalmente, de manera especial, los candidatos deben dedicar la mayor parte del tiempo de la campaña a realizar una tarea de persuasión intensa en grupos de electores diferentes, principalmente:

1. Con los que ya lo apoyan, para reforzar su compromiso de votar a su favor.
2. Con quienes están de acuerdo con la candidatura, pero no lo conocen; les da a conocer su nombre y su mensaje.
3. Con los indecisos.
4. Con los independientes.
5. Con los abstencionistas, para que voten a su favor, por lo menos en la presente elección.
6. Con los ciudadanos no registrados que le manifiesten su apoyo, para que se registren y voten.
7. Con los partidarios de la oposición que están a disgusto con las propuestas o los candidatos de su propio partido, para que cambien su voto aunque sólo sea durante la elección en curso.

Debido a la magnitud del electorado y de los grupos de electores considerados blanco, así como a la brevedad del periodo de campaña, es frecuente que los candidatos sólo puedan participar en algunas actividades de la misma.  Es por eso que entre las decisiones más importantes de toda campaña están las que se refieren a en qué y cómo se utilizará el tiempo siempre limitado del candidato.

En la mayoría de los casos, un candidato es el medio más efectivo para contactar votantes, contribuyentes y voluntarios; también su presencia es indispensable en los medios masivos y en la producción de propaganda; sin embargo, siempre tendrá que delegar, inclusive sus propias presentaciones.  Para ampliar la presencia del candidato, las campañas hacen uso de sucedáneos como la esposa u otro familiar, de personalidades que avalan su candidatura o de representantes distinguidos que tratan de conservar la idea de acercamiento personal entre candidato y electores.

Fuentes:
Instituto Nacional de Estudios Políticos (2006) La Campaña. (Documento en línea) disponible en: http://manual.inep.org/I/I-I.html (Consulta; 2011 septiembre 21)
Sánchez, J. (2011) Había una vez un Candidatos. (documento en línea) disponible en: http://sanchezgalicia.blogspot.com/2011/08/habia-una-vez-un-candidato.html#comment-form (Consulta; 2011, septiembre 21)


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EL PAPEL DEL CANDIDATO EN LA CAMPAÑA

EL PAPEL DEL CANDIDATO EN LA CAMPAÑA

Un candidato es alguien propuesto para ocupar, vía elección, un puesto público y que, para aspirar a éste, no está descalificado por no satisfacer una o más de las condiciones necesarias de status personal o de procedimiento.

En este sentido, los candidatos son la razón de ser de las campañas y su principal canal de comunicación; básicamente, en ellos radican todas las potencialidades y todas las limitaciones de las campañas. Por eso se atribuye a Goebbels la frase: "Mi mejor arma se llama Hitler".

Por consiguiente, en las campañas pequeñas y sencillas, los candidatos son su propio y único canal de comunicación; en las mayores, los canales tienen que ampliarse y diversificarse hasta constituir una organización compleja aunque temporal.  Sin embargo, todas las campañas se construyen a la medida de sus candidatos.

Es decir, como principal canal de comunicación de la campaña, el candidato, de manera planeada o espontánea, intencional o involuntaria, es la fuente principal y permanente de mensajes, imágenes y señales expresados en diversos lenguajes: oral, visual, corporal, icónico, etcétera.; aunque puedan establecerse filtros para hacer una exposición selectiva de los aspectos positivos y soslayar los negativos.

En este orden de ideas, cada sociedad comparte creencias acerca de las cualidades personales que los candidatos deben poseer y que se manifiestan en las preferencias electorales. Por ejemplo, respecto al liderazgo: competencia, experiencia, confianza, control, prudencia, decisión y valor. Con relación a la personalidad: fortaleza, honestidad, imparcialidad, mente abierta, confiabilidad, energía y cierto atractivo físico. 

Por lo tanto, estas cualidades sirven de patrón de comparación para juzgar la aceptabilidad de los candidatos concretos; sin embargo, estos atributos no son los mismos para todos los cargos ni para toda elección; varían conforme el contexto en que tenga lugar el proceso electoral, como la guerra o la depresión.  Asimismo, las imágenes que los electores tienen de los partidos afectan para bien o para mal la percepción que los electores tienen de sus candidatos y sus propuestas

Por eso, la tarea fundamental del candidato es presentarse, en ese momento, como la persona idónea para ocupar el puesto en disputa mediante mensajes, imágenes y señales que expresen un conjunto de características atractivas para el grupo de electores más amplio posible, sin incurrir, al mismo tiempo, en contradicciones o limitaciones tales que los desmientan o los pongan en duda.

Se trata de personificar en el candidato un gobierno impersonal y de simbolizar los deseos y miedos, las aspiraciones y frustraciones de los electores, pues en política mucha gente tiende a pensar en términos de personas concretas y a creer que el estilo personal de un candidato es indicativo de su comportamiento en el puesto al que aspira.

Simultáneamente, el candidato debe esforzarse por aumentar su visibilidad y mantener su actuación dentro de los lineamientos de la campaña a efecto de asegurar su eficacia.

En consecuencia, las campañas se diseñaban fundamentalmente con criterios geográficos y simbólicos; no era excepcional la visita de los candidatos a poblados relevantes por su pasado histórico o muy apartados porque, aunque fuera mínimo su rendimiento electoral, expresaban el ejemplo a seguir o el propósito de atender a los más marginados.

Así, las estrategias implícitas eran la comunicación interpersonal de mensajes patrióticos abstractos, de redención, de unidad y de bienestar popular, con los cuales difícilmente se podría estar en desacuerdo. 

Desde esta perspectiva, se percibía al electorado diferenciado en campesinos, obreros y clases medias-, asimismo se daba cierta consideración especial a la juventud y a la mujer.

La gente acudía a los candidatos con la esperanza de resolver problemas particulares y recibía con entusiasmo sus ofrecimientos. Ocasionalmente los cuestionaba, pero sólo para cerciorarse de "que ahora sí" las promesas se cumplirían.  El tono festivo y optimista de los actos de campaña daba gran atractivo a la presencia de los candidatos, pues la gente recibía promesas, diversión y propaganda utilitaria, además de que podía participar en espectáculos musicales, rifas, ferias, verbenas y hasta carreras parejeras, según la región, los recursos disponibles y la imaginación de los organizadores.

Sin embargo, con la globalización, en la medida en que el contexto internacional y el país cambiaron por la crisis económica, el surgimiento del “neoliberalismo”, la terminación de la "guerra fría”, la “ola democratizadora mundial" y la implantación de políticas de ajuste económico, de privatización y de hegemonía del mercado, cambiaron también las condiciones que aseguraban de antemano el triunfo del partido dominante.  Como resultado, el partido en el poder empezó a ver menguada su votación y a incrementarse la fuerza de los partidos de oposición que, por primera vez, ganaron gubernaturas.  Así, a lo largo de su historia el partido en el poder pasó de cuasi único a hegemónico, de hegemónico a dominante y, en los últimos años, de dominante a mayoritario.

Hoy, en una sociedad urbana más diferenciada, educada e informada, sujeta a una politización forzada por los acontecimientos de los últimos años, las campañas han adquirido particular importancia frente a un electorado "volátil", que hace más contingente el resultado de las elecciones. 

En consecuencia, la reciente reforma de la legislación electoral del país, que parece propiciar más objetividad y equidad en las contiendas electorales, ha hecho que los márgenes de las victorias sean más reducidos y que la diferencia entre el triunfo y la derrota electoral sean los buenos candidatos, las buenas plataformas políticas y las buenas campañas, más que la militancia, la fidelidad y la simpatía por los partidos políticos.

Es por ellos que, para apoyar esta tarea, las campañas se esfuerzan por determinar cuáles atributos consideran los votantes ideales para el puesto buscado; por tratar de demostrar que su candidato posee estas cualidades, así como por lograr la más amplia y frecuente exposición pública del candidato, bajo el supuesto de que entre más gente preste atención a su mensaje, mayores serán sus oportunidades de ganar. Excepto si las bajas cualidades y habilidades del candidato hacen contraproducente esta exposición y conviene restringir sus apariciones personales y usar canales distintos.

Esta exposición no es lograda fácilmente; cada llamado de un candidato compite por la atención del elector con los mensajes de sus opositores y con los anuncios publicitarios y de toda índole que saturan el ambiente en que se desarrollan las campañas. Se estiman en miles los estímulos que diariamente recibe un adulto urbano en las sociedades industriales.

Aunque los electores poseen ideas preconcebidas acerca de cuáles deben ser las características y conductas personales de los candidatos, pocos de éstos poseen cualidades políticas, administrativas, sociales y morales que igualen las expectativas ideales de los electores. 

Por lo tanto, a falta de un candidato parecido o cercano al ideal, los electores se conforman con algunas características que lo aproximan a este ideal, las cuales integran dentro de una concepción nueva o reforzada; o bien, pueden percibir a un candidato como el menor de los males durante una campaña.  Así, las presentaciones que las campañas hacen de sus candidatos se conjugan y acomodar, con las evaluaciones que se formulan los electores para sí mismos acerca de las acciones de estos candidatos.

De ahí que los resultados electorales dependan de la calidad de los candidatos en pugna y de las diferencias patentes entre los mismos; si todos son anodinos o hay sólo uno destacado, disminuye el interés en las campañas y en la elección, de modo que algunos candidatos llegan a ganar no por sus virtudes o campañas, sino simplemente porque carecieron de opositores reales.

Así como se requiere de dos buenos boxeadores para una buena pelea, en las campañas es necesaria una condición similar.

Otra tarea fundamental de los candidatos es mantener o lograr la unidad de sus partidos.  Si la lucha por la candidatura provocó escisiones entre los militantes, la unidad debe ser restaurada; si las divisiones han existido, la unidad debe ser conseguida antes de la elección.  En ambos casos la unidad partidista debe ser un objetivo de la propia campaña.  Toda elección se gana a partir de una base de apoyo constituida por amigos, compañeros y conocidos en las campañas pequeñas, y por partidarios en las grandes.  Un partido dividido espera demasiado de una campaña para obtener la victoria y abre muchas puertas a la derrota.

Fuentes:
Instituto Nacional de Estudios Políticos (2006) La Campaña. (Documento en línea) disponible en: http://manual.inep.org/I/I-I.html (Consulta; 2011 septiembre 21)
Sánchez, J. (2011) Había una vez un Candidatos. (documento en línea) disponible en: http://sanchezgalicia.blogspot.com/2011/08/habia-una-vez-un-candidato.html#comment-form (Consulta; 2011, septiembre 21)

martes, 6 de septiembre de 2011

TIPOS DE CAMPAÑA POLÍTICA

TIPOS DE CAMPAÑA POLÍTICA

En general, las campañas varían conforme a la dimensión del electorado involucrado, la cual determina la magnitud del esfuerzo a realizar y por lo tanto, los recursos a emplear y la amplitud de la organización requerida para la campaña.

Asimismo, difieren según el puesto en disputa: ejecutivo o legislativo. Los puestos ejecutivos atraen más la atención de la gente por las promesas de los candidatos y los beneficios directos que puede obtener si honran su palabra; a su vez, los mensajes de campaña se pueden referir a acciones concretas y por lo tanto, pueden ser más entendibles por la gente común. En el caso del puesto legislativo, los candidatos sólo pueden ofrecer sus votos parlamentarios en determinado sentido sin garantizar que se conviertan en ley, o bien prometer gestiones ante los gobiernos sin poder asegurar que tendrán éxito; por eso, al electorado le resultan estas campañas menos atractivas y con frecuencia la tarea legislativa es poco entendida y valorada.

También las campañas pueden ser locales y municipales. Ambas se diferencian por la legislación que las reglamenta; porque, en general, las locales manejan menos dinero, pero pueden enfocarse mejor en las cuestiones más sentidas por la gente, utilizar más tácticas de contacto personal con el votante y basarse más en el trabajo de voluntarios. Dada la dimensión del electorado, las elecciones locales se pueden ganar o perder por sólo unos cuantos votos. Señala Gray: “cuando hablamos de una elección local nos referimos a una campaña en donde usted, como persona, pide el voto y la gente se lo da porque lo conoce a usted y lo que usted representa. Estamos hablando de democracia en su más pura forma”.

Cuando las elecciones locales y municipales son concurrentes, los candidatos locales tienen que mantener su campaña acorde con la nacional de su partido y al mismo tiempo, hacer que no pierda su carácter local; también, deben aprovechar la popularidad de los candidatos municipales de su partido y deslindarse de los impopulares; y asimismo, mostrar creatividad para que su campaña no se pierda en la inmensidad de la propaganda nacional.

Desde el punto de vista de su propósito las campañas electorales pueden ser primarias, internas o precampañas, si tienen por objeto seleccionar al candidato que un partido presentará en las elecciones; y generales o simplemente electorales, cuando su propósito es conseguir votos para que alguno de los candidatos de los distintos partidos políticos ocupe un cargo de elección popular.

La precampaña se desarrolla dentro del proceso de selección interna de candidatos, por lo que sus características dependen de cómo se realice este proceso:

a. Si la elección de candidatos es abierta, esto es, pueden votar todos los electores que lo deseen, sean o no miembros del partido, la precampaña tiene que dirigirse a todo el electorado, lo cual la hace tan compleja, extensa y costosa como una campaña general. Las precampañas abiertas tienen la ventaja de que constituyen un avance hacia la victoria, en la medida que comienzan la persuasión a favor de un partido y de un candidato desde antes de que se inicie la campaña, sus desventajas son sus altos costos, el hecho de que la decisión se comparte con personas ajenas a los afiliados y la posibilidad de que el electorado considere cumplido su deber ciudadano sólo con su voto en las primarias y se abstenga de votar en las elecciones generales.

b. Si la elección es cerrada, es decir, sólo votan quienes pertenecen al partido o sus delegados, la precampaña se enfoca más en ellos; en este caso, se realiza al interior del partido y su extensión y complejidad corresponden a su padrón de afiliados.

En ambos casos la precampaña se enfoca en un rango menor del electorado: los militantes o los identificados con el partido, lo que hace posible que los precandidatos pueden intentar más contacto personal con ellos. Sin embargo, los precandidatos con poco apoyo partidista, pero simpatía notable en sectores importantes del electorado, suelen dirigir sus precampañas “cerradas” hacia todo el electorado, con el fin de forzar a los miembros de su partido a que voten por ellos dada esta popularidad que podría garantizar la victoria, frente a precandidatos con muchas simpatías partidistas pero con poco apoyo entre el electorado general.

Las precampañas tienen los mismos rasgos que las campañas, y su planeación y manejo pueden seguir lineamientos similares, pero generalmente son más breves, se inician con el anuncio de la postulación como precandidato, continúan con el registro de la precandidatura y el proselitismo, y también pueden culminar con un cierre.


Diferencias Principales entre Precampañas y Campañas

Las diferencias principales entre precampañas y campañas radican sobre todo, en que su mensaje debe ser atractivo para quienes apoyan al partido, sin enajenarse al resto del electorado; que tienen que diferenciar y contrastar precandidatos, pese a ser similares por cuanto pertenecen al mismo partido; y que todos sus actos deben considerar la posibilidad de conciliación entre los precandidatos en competencia, una vez decidido quien representará al partido en la elección general. Se trata de una guerra fratricida, en la cual los adversarios tienen que reconciliarse; esto determina que la competencia deba realizarse en las mayores condiciones de limpieza, equidad y respeto mutuo, y que el uso de acciones negativas tenga que limitarse para no causar daños irreparables al opositor y al propio partido. Por eso, la mayoría de las precampañas no deben ser reñidas.

Los principales riesgos de las precampañas son:

a. Que su mensaje si bien sea muy atractivo para los miembros del partido del precandidato, provoque el rechazo de los grupos del electorado cuyo voto será necesario para ganar la elección general. Al contrario, óptimamente, se trata de comenzar la persuasión de los no afiliados, a quienes una vez ganadas las primarias habrá que recurrir en busca de sus votos.

b. Que los contendientes se digan tales cosas entre sí por los medios de comunicación masiva, que sea cual sea quien resulte triunfador, difícilmente pueda controlarse y repararse el  daño infringido por sus oponentes, de modo que el triunfador llegue muy debilitado a la campaña general y por lo tanto, con grandes probabilidades de derrota.

Conviene tener presente que toda campaña interna, refleja sus contenidos en toda la sociedad, sean o no afiliados del partido que está en precampaña: cada gesto, cada palabra, cada pieza publicitaria, va a ser evaluada por afiliados, por adversarios y por independientes. Los ataques y contraataques que se lanzan los precandidatos entre sí, frecuentemente dotan de municiones a la oposición.

c. Que los electores voten por un partido opuesto al que pertenecen. Esto es posible cuando la primaria es abierta y no se requiere ser miembro del partido, o cuando el elector cambia su registro partidista con anticipación suficiente para poder votar en las primarias cerradas en las que sólo votan los miembros. Esto se observa cuando el elector encuentra las primarias de otros partidos más interesantes que las propias o cuando el votante desea apoyar verdaderamente a un candidato de un partido distinto al que pertenece. Esta práctica es antidemocrática cuando tiene el propósito de tratar que gane el candidato más débil  del partido opositor.

d. Que agoten a los precandidatos y a sus equipos, dejándolos psicológica y emocionalmente exhaustos justo antes de la batalla más importante.

e. Que la lucha preelectoral desgarre al partido y lo divida en facciones, y que una vez efectuada la elección primaria, los perdedores no se sumen al vencedor o no colaboren con la campaña que tendrá que emprenderse y hasta la saboteen; o que en el peor de los casos, los grupos perdedores deserten del partido e incluso lleguen a incorporarse a las filas enemigas, en un momento en que se requiere toda la fuerza y unidad del partido.

Las reglas y procedimientos a que se sujeten las precampañas pueden aumentar estos riesgos si permiten que se realicen en periodos prolongados, en varias etapas, o a dos o más vueltas.

Para los campañistas las precampañas son una oportunidad de probar sus fuerzas y debilidades, así como de afinar sus estrategias; a los electores les permiten involucrarse directamente en el proceso democrático, obtener un conocimiento inicial de quienes serán candidatos, arrancarles las primeras promesas, y estimar cuál de ellos podría constituir una candidatura victoriosa.

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LA GRATITUD POLÍTICA MUEVE MONTAÑAS

Hay una situación a la que tarde o temprano te enfrentas en política, una situación clásica, casi un modelo.

El adversario político lleva años gobernando. El candidato o el partido, no importa. Pero hay años de gobierno detrás de él.

Esto tiene ventajas y desventajas, claro.

Pero hay un aspecto crucial: la gratitud del votante.
No me refiero a si tu adversario ha gobernado bien o mal. Me refiero a lo que ocurre en el cerebro de los votantes. Porque muchas veces ocurre que sienten agradecimiento o gratitud por lo realizado.

Por las obras concretadas (más allá de su cantidad y de su calidad).
Por los servicios brindados.
Hasta por las ilusiones ofrecidas...
Y a veces por los beneficios personales logrados.
Entonces muchos de esos votantes agradecidos deciden votar a ese
candidato por el que sienten gratitud.
A veces lo racionalizan y lo explican. Pero otras veces lo hacen simplemente, como si se activara un click automático. Gratitud. ¡Click! Voto.

La gratitud mueve montañas.
Esto es así porque el cerebro humano percibe que alguien le da algo valioso e inmediatamente se siente en deuda con aquella persona que se lo dio. Y entonces busca la manera de retribuirle el gesto.

Aún cuando lo que brinda puede llegar a ser mucho más valioso aún que lo recibido.

Entonces: tu adversario es el candidato del gobierno.
Mucha gente seguramente siente que ha recibido mucho de ese gobierno y por lo tanto su cerebro hace un click casi automático y se ubica en posición de deudor, sintiéndose obligado a darle algo a esos políticos, quizás darle lo que más valoran: el voto.

El problema es cómo hace tu candidato para irrumpir con fuerza en este escenario.
Algunas ideas:
1. Un detalle importante sería que la gente percibiera que a él también se le debe algo. No algo hecho desde un cargo político, sino de pronto desde la sociedad. Insistir en lo que le ha brindado a su sociedad a lo largo de los años. Como profesional, como docente, como empresario, como trabajador, como dirigente social o
deportivo o cultural o lo que sea. Pero encontrar ese algo que el candidato le ha brindado a la gente y comenzar a resaltarlo.

2. Puede ser una buena idea utilizar testimonios de personas conocidas que, en mensajes de radio o televisión, explican lo que el candidato le ha brindado a la gente.

3. Otro paso podría ser "brindarle" al electorado nuevas ideas, proyectos, iniciativas y ofrecerle renovación política para hacerlas realidad. Hay que hacer hincapié en unos pocos problemas que sean realmente sentidos por todos y que estén sin solución desde hace años. Y explicar en detalle cómo se los va a solucionar.

4. En la recta final de la campaña yo insistiría en algo que la gente ya le dio al otro y que ahora tu candidato pide para él: una oportunidad. Si otros gobernaron y algunos problemas siguen estando allí a la vista de todos, pues hay que pedir una oportunidad para tu candidato. Simplemente una oportunidad.

5. Por otra parte la campaña debería tener un elemento central: identificarse con el ciudadano agradecido por lo bueno realizado pero marcar que hay cosas fundamentales que tu candidato hará mucho
mejor.

Este último punto es especialmente importante desde el punto de vista psicológico porque ofrece al elector un modelo de respuesta, un modelo que no paga la gratitud con votos sino simplemente con agradecimiento.

De esta manera le estás diciendo al votante agradecido hacia el gobierno que hay otras formas de expresar ese agradecimiento. Y que además de la gratitud hay otras consideraciones que hacer a la hora de elegir gobernante.

Fuente: Daniel Eskibel http://www.psicociudad.com/

miércoles, 31 de agosto de 2011

SOBRE EL ARTE DE LA GUERRRA ELECTORAL

SOBRE EL ARTE DE LA GUERRRA ELECTORAL

La política es una guerra sin efusión de sangre; la guerra una política con efusión de sangre.
Mao Tsé Tung

La similitud entre los sistemas simbólicos de la guerra y la comunicación política no son obra de la casualidad. La competencia electoral vino a sustituir a la guerra en términos de la lucha por la expansión de ideologías y grupos de poder sobre recursos, en su mayoría, escasos.
Hoy, las cruzadas no derraman sangre. Las batallas se dan en la mente y en los corazones de los electores. El terreno a conquistar es la percepción y el ejército son los simpatizantes y activistas que han depositado su confianza en un proyecto político. A ellos hay que hacerles llegar las armas, nuestro mensaje. Hemos convertido así, las palabras y las imágenes en armas de alto calibre. El botín ya no es botín, hoy es un voto.
Mao Tsé Tung coincide de alguna forma con Karl von Clausewitz cuando dice que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. La comunicación política se trata de construir mayorías a través del diálogo, de la difusión creativa de ideas, antiguas y nuevas, a través de los medios de comunicación que las sociedades utilizan para informarse y entretenerse. Se trata de ganar la guerra sin sangre. Se trata de ganar sumando la voluntad de una mayoría dispuesta a confiar en el liderazgo de una persona o partido para la construcción de un mejor futuro.
En otras palabras, las campañas electorales y la guerra persiguen el mismo fin, pero con distintos medios. Al final del día, ambas pretenden llegar al mismo lugar: constituir la autoridad de un grupo , más o menos homogéneo, de personas, dentro de un territorio delimitado.

La táctica y la estrategia son cosa diaria en la guerra y en las elecciones
Por otro lado, la táctica y la estrategia son cosa diaria en la guerra y en las elecciones. En ambos casos, el éxito o el fracaso de un general, o de un candidato, dependerá en gran medida de su capacidad para planear estratégicamente cada uno de sus avances hacia el objetivo final, así como las tácticas diarias que le permitan mantener el rumbo para no desviarse del camino.
Las diferencias tienen que ver primordialmente con las formas de conquista, así como con los territorios por conquistar.
En una batalla, por ejemplo, se buscan posiciones para que la infantería ataque con ventaja a los ejércitos enemigos, por lo que, el territorio y su topografía juegan un papel fundamental.
En tanto, en una elección, los espacios a ocupar no siempre son territoriales, más bien, la mayoría de las veces se trata de espacios en los medios de comunicación desde donde los candidatos tienen que bombardear a los electores con sus mensajes.
En este sentido, mientras que en la guerra el arma más potente es la fuerza, en las elecciones es el mensaje.
El mensaje es como la pólvora.
Puede ser utilizado en misiles o en revólveres.
En la voz de un líder como Bill Clinton, Rafael Correa, Vicente Fox o Hugo Chávez y lanzado desde la montaña más alta de CNN hacia todo el mundo o en pequeños papeles impresos que se entregan mano en mano y se leen dentro de una comunidad específica que podría, como fue el caso del voto latino en Nueva York y Florida para las elecciones presidenciales en Estados Unidos en 2008, definir al presidente de la nación más poderosa del mundo.
-          Las similitudes entre la narrativa política y la narrativa bélica no son casualidad; ambas confrontan adversarios en la contienda por la expansión de ideologías y grupos de poder sobre recursos, en su mayoría, escasos.
-          En la guerra, el arma más potente es la fuerza; en las elecciones el mensaje.
-          Las elecciones son a la paz democrática lo que las batallas a la guerra; entender las artes y técnicas de la guerra nos prepararán para hacer mejores campañas en tiempos de paz.


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ELEMENTOS DE LAS CAMPAÑAS

ELEMENTOS DE LAS CAMPAÑAS

Toda campaña pretende establecer un sistema de comunicación temporal, que integra:

Un plan
El Planl explica cómo se obtendrá el triunfo, que define los objetivos, las estrategias, la organización y los recursos necesarios para la victoria; que trata de producir un esfuerzo de campaña unificado, coordinado y controlado que combine todos estos medios, de modo que el candidato o sus agentes puedan establecer contacto con el elector apropiado de la manera más eficaz y en el momento oportuno para captar su atención, persuadirlo e impulsarlo hacia las urnas, o disuadirlo de que vote por los otros.

En suma, pretende que mediante esta comunicación persuasiva, en un determinado plazo, resulte determinada votación, esto es, el número de votos válidos suficiente para la victoria, al menor costo posible.
El plan puede ser informal y estar basado en la mera intuición, o como es lo más deseable, fundamentado en la investigación científica del electorado, de los candidatos y de las condiciones en que tendrá lugar la campaña.

Los candidatos
Estos son los candidatos en competencia e interacción, nominados por un partido o una coalición de partidos, que intentan persuadir a los electores para que aporten recursos, tiempo, esfuerzo y, sobre todo, votos a su causa, y no a la de sus contrarios, mediante el ofrecimiento de propuestas para solucionar la agenda política del momento y la exposición de sus cualidades y logros personales que, según ellos, garantizan el mejor desempeño del puesto público en disputa.

Dada la magnitud del electorado de cualquier división territorial, los candidatos tienen que recurrir a familiares, avales (personalidades y organizaciones), representantes y agentes organizacionales, es decir, a personas que los sustituyan en los actos de menor prioridad, o que en su nombre, de manera sistemática y organizada, contacten directamente a los grupos de electores considerados de importancia estratégica mediante visitas domiciliarias, teléfono, correo, Internet o cualquier otro medio.


Los Signos
Esto se refiere a los signos, símbolos, imágenes, señales y mensajes.
-          Los signos son estímulos, como los sonidos, los colores, las palabras, los gestos, las posturas y la indumentaria.
-          Los símbolos son signos con un significado particular para determinados grupos, como los símbolos nacionales.
-          Con los signos y símbolos se trata de provocar imágenes, representaciones mentales en los electores, y enviar señales positivas de los candidatos para que se conjuguen favorablemente con las imágenes y señales que ya se encuentran en la mente de los electores acerca de cómo debe ser y lo que debe hacer quien ocupe el cargo objeto de la elección.
-          Los mensajes explícitos expresan la razón o el conjunto de razones para votar por un candidato y no por sus opositores: sus cualidades y logros personales, su ideología partidista y realizaciones de los gobiernos de su partido, sus propuestas políticas específicas, la situación que se avecina, o la necesidad de cambio o continuidad del partido en el gobierno.

La comunicación se realiza por diversos canales que van desde las presentaciones personales de los propios candidatos, su familia, sus avales, sus representantes y agentes organizacionales de campaña y partidistas como las brigadas pro voto, hasta impresos, bardas, volantes, folletos y audiovisuales que integran la propaganda de la campaña.

La propaganda, la información y las relaciones públicas de la campaña transmiten el mensaje y proyectan la imagen que el candidato pretende capte el elector, por los medios masivos.

Es común que el voto del elector se base en las diferencias y en los contrastes que ofrecen los candidatos, de ahí su interés por “posicionarse” o definirse a sí mismo positivamente en relación a los demás candidatos, de manera consistente con sus propuestas y por estructurar una imagen consistente también.

En este sentido, la comunicación política persuasiva ocurre no sólo por medio del mensaje explícito de la campaña, sino también mediante la presencia física, la vestimenta, las actitudes y el comportamiento del candidato, sus familiares y equipo, sus patrocinadores y avales, así como los actos que organiza y los medios que utiliza para llevar a cabo su campaña, todo lo cual proyecta imágenes y señales acerca de su idoneidad para el puesto público que busca y de su futuro ejercicio en el cargo.

Además, para “posicionarse” con solidez, cada candidato tiene que definir negativamente a sus opositores para distinguirse de ellos y para disuadir a sus simpatizantes de que le otorguen su voto.

Esta es la campaña negativa, la cual es un esfuerzo por difundir los aspectos negativos de los opositores para desalentar a sus posibles seguidores. Se trata de identificarlos y etiquetarlos con algo que provoque el rechazo, el disgusto, la burla o el temor de los electores.

La manera como se recibe esta comunicación en el electorado es afectada por sus propias características personales y sociales, por lo que transmiten los medios masivos, así como por el ambiente y el momento que se viven durante las elecciones.

Los Electores heterogéneos
Los electores heterogéneos son quienes deben decidir, bajo la influencia de su familia y de su grupo de referencia, entre las opciones electorales en pugna y excluyentes que les ofrece cada candidato, y las imágenes, señales y mensajes que les envían sus opositores.

Lógicamente, los electores que interesan a las campañas son aquellos en los que tienen mayor oportunidad de influir y que con mayor probabilidad serán votantes efectivos el día de la elección.

Sus blancos principales son los electores indecisos e independientes para persuadirlos y los simpatizantes débiles para reforzarlos en favor del candidato.

Sus objetivos secundarios son los simpatizantes débiles de la oposición para persuadirlos de que cambien su preferencia, o disuadirlos de que sigan apoyando a los opositores y se abstengan.

Los simpatizantes partidistas o electores que ya son un fuerte apoyo para determinados candidatos o partidos, o son hostiles a los mismos, no son persuadibles por una campaña, ni la necesitan para definir su voto, sólo hay que cuidar que los que están a favor sí acudan a las urnas. El propósito general es ganar el voto blando y garantizar el voto duro.

El Voto Blando es el que se emite conforme a las circunstancias de cada elección: principalmente candidatos, propuestas  y campañas de los mismos, desempeño del gobierno, situación económica, etcétera., por lo que no es fiel a un determinado partido. En consecuencia, es un voto inestable,

Por otra parte el Voto Duro, es el voto sufragado por militantes y simpatizantes permanentes de un partido, cuyo apoyo no depende de los candidatos y de los programas que ofrezca al electorado, o de la situación, sino de su identificación con él. Este voto es la base electoral de los partidos y les proporciona estabilidad, al igual que al sistema político. 

Un medio ambiente compuesto básicamente por una estructura y una coyuntura dentro de las cuales tiene lugar la campaña y que representa oportunidades, restricciones y amenazas para su desarrollo, ya que la comunicación nunca ocurre en aislamiento, sino siempre en un contexto determinado.

La estructura está integrada por factores más o menos permanentes que conforman la campaña, geográficos, legales, económicos, sociales, políticos y culturales, como la división electoral, la dimensión del electorado, la demografía, la estratificación ocupacional y social, la competitividad de los partidos, las actitudes hacia las elecciones, y la legislación y los órganos electorales.

La coyuntura se refiere al momento en el que transcurre la elección: los temas de la agenda pública, la evaluación popular del gobierno en el poder, los niveles de empleo e inflación, las amenazas a la estabilidad y la paz, el grado en que la gente común relaciona los problemas de su vida cotidiana con la política y el gobierno, etcétera.

La estructura y la coyuntura facilitan o dificultan la eficacia de los mensajes, imágenes y señales de los candidatos para persuadir electores. Por eso, dentro del corto tiempo que puede durar, una campaña puede estar ganada o perdida de antemano si el medio ambiente le es muy favorable o si por el contrario, constituye un obstáculo muy difícil de remontar.

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